A sus 86 años, lo que más lamenta Carmen Rosa Ibáñez de los males que genera la pandemia de COVID-19 es “el detenimiento del tiempo; el no poder hacer mucho”. Porque para ella, “el tiempo es vital, es oro, es darle sentido y productividad a la vida”.
“Esta pandemia me impide hacer cosas, realizar actividades o juntarme con mis amigas, como lo hice toda la vida”, añade Carmencita. Desde que la conocimos, ella es una inspiración para todos los equipos de León, por su voluntarismo, ganas y energía y nuestra protagonista en La Historia León de la semana. Además, una nueva donante del Programa “Aprendiendo en Casa – HIPPY”, que ofrece su HIPPY BOX, con kits educativos para las familias con menores de edad preescolar.
Leyó, cantó, charló y regaló sonrisas en las salas del Hospital Centro de Salud; ordenó medicamentos para personas sin recursos que los retiran de la fundación todos los meses, asistió a muchísimas Jornadas Anuales de Becados, dejando siempre consejos a grupos de adolescentes; mantiene su mente activa en las sesiones de Neurogym. Está. Siempre está. De muchas formas, y desde hace muchos años, el acompañamiento de Carmen Rosa en los distintos espacios de León es variado, y permanente. Deja huellas.
Conocida por generaciones que la tuvieron como profe de educación física en la actual Facultad de Educación Física, la Escuela Normal (de Capital y Monteros) o el Colegio Santa Rosa, Carmen Rosa sostiene una vida colaborativa, de brindarse al otro, de compartir parte de su tiempo, hace más de 40 años.
“Para ayudar hay que tener energía, ganas y, en algunos casos, algo de recursos”, describe la protagonista, donante permanente en Programas educativos de León (también es madrina de becas en Futuros Egresados).
Carmen y la Educación
Es fundamental. Me gusta sumarme al programa Aprendiendo en Casa – HIPPY porque, porque les da a los chicos una base para su experiencia en la vida escolar sea positiva. Y eso es muy importante, porque la escuela es el primer contacto de una persona con la vida social.
Sobre León Feler
Era un ser afable. Cada vez que estaba presente en alguna acción de la fundación se podía hablar con él y también era bueno escucharlo.
A la juventud
Hay una parte perdida en las cosas malas y otra, encarrilada, gracias a la familia y a la educación. Les sugiero que no pierdan el tiempo. Que se arrimen a la Fundación León, por ejemplo, para ver en qué y cómo colaborar, un ratito. Siempre hay qué hacer y cómo ayudar. Se siente bien.
Un ejemplo de mujer y persona Carmen aprendamos cada día más de personas como ella para una mejor vida moral y para una mejor sociedad en el futuro 🥰